Tener una sana dosis de confianza es algo que constantemente se busca en candidatos a la hora de entrevistarlos. La confianza nos hace sentirnos preparados para las experiencias que vienen, nos da ese empujón para avanzar en las oportunidades que la vida nos presenta y por el otro lado, genera un sentido de seguridad y tranquilidad en el otro. Pero hablamos de una “sana dosis” y enfatizamos en ello, pues resulta muy importante alinear nuestra confianza con nuestras competencias (técnicas y comportamentales) a la hora de asumir un reto nuevo de manera asertiva.
Entendámoslo desde una forma caricaturesca; seguramente todos hemos estado en situaciones en donde, por ejemplo, viendo un partido de futbol un “experto” en la audiencia le grita al entrenador del equipo que debería estar haciendo. Lo más probable es, que en este escenario la confianza de esta persona este por encima de su competencia, lo que lo puede hacer ver en algunos casos desde asertivo hasta arrogante.
Llevado a un plano laboral, cuando sufrimos de el exceso de confianza VS competencia, nos puede llevar a cometer errores importantes como:
Y para ver la otra cara de la moneda, ¿Qué pasa cuando se entrevista a una persona con una confianza baja? Lo más probable es que las dudas que tiene sobre si mismo y sus capacidades se las transfiera al entrevistador quien por ende percibe que no esta preparado para el reto al no sentir seguridad.
En ese orden de ideas cuando se te presente un nuevo reto profesional, puedes tener la confianza de lograr las metas que te propongas, pero la capacidad de reconocer tanto las fortalezas como las oportunidades que tienes. Esta combinación, mantiene el positivismo, la esperanza y el entusiasmo vivo pero a su vez, nos lleva a ser lo suficientemente curiosos para querer seguir aprendiendo.