Grit es un término muy americano para definir: temple, pasión, ganas, perseverancia, tenacidad y empuje. En otras palabras, aquello que vemos que tienen, quienes logran el triunfo a pesar de las adversidades, lo que nosotros los colombianos definimos como: “verraquera”.
¿Qué hace que Rafael Nadal (ejemplo un poco trillado pero no por ello deja de ser real) se haga acreedor del record de Grand Slams en un partido con un contrincante 10 años menor, una reciente cirugía de rodilla y 5 + horas de partido? ¿Qué hace que Egan Bernal, después de múltiples cirugías tras su reciente accidente en el que tuvo un 95% de probabilidad de haber quedado parapléjico; este teniendo un proceso de recuperación que permita pensar en que pueda estar de vuelta en competencias (teniendo claramente que replantear su meta pero en la silla), en menos de un año?
Investigando un poco más sobre este tema me encontré muchos artículos de la neurobióloga Ángela Duckworh, fundadora del Character Lab y quien ha dedicado su vida a estudiar este fenómeno. Tras una amplia investigación en el mundo deportivo, profesional y académico lo ha logrado resumir precisamente en la combinación perfecta entre la pasión y la perseverancia.
Ahora bien: con esto ¿se nace o se cultiva? Siendo mamá de dos, y considerando las características que me parece podrán acompañar a mis hijos a ser felices y sentirse realizados, esta es una pregunta que naturalmente me interesa. Desde la perspectiva del desarrollo de la personalidad, y tras 15 años en la consultoría de talento humano, no me cabe la menor duda de que somos el resultado de nuestras vivencias y de como las asumimos. No nacemos de una manera definitiva, nos vamos moldeando según los comportamientos que van recibiendo estímulos positivos, he de ahí que la crianza y los primeros años son tan importantes. Pero nuestra personalidad nunca termina de evolucionar, pues esta seguirá expuesta a nuevas vivencias que posiblemente (y si para nosotros genera valor) nos llevará a cambios bien sean pequeños o grandes. Este proceso tiene tres fases: descubrimiento, conciencia y posteriormente apropiación, requiere disciplina y trabajo consistente, pero definitivamente podemos desarrollarlo.
Siguiendo con los anglicismos “there is no such thing as a free lunch” (no existe tal cosa como un almuerzo gratis), en efecto todas las metas que nos pongamos requieren de disciplina, tenacidad, humildad para aprender en el camino y ganas. La competencia debe ser con nosotros mismos, con dar un poco más, con retarnos a ser mejores que ayer, con creer en nuestras fortalezas y reconocer nuestras oportunidades.
La siguiente pregunta es ¿Qué hace que esas ganas perduren en el tiempo? La alineación de esto que queremos lograr con nuestros intereses y propósito personal. Es claro que no vamos a amar cada minuto de lo que hacemos, el reto esta en tener una mirada que nos permita ver por encima de esos momentos incomodos y entender como esos esos son los que nos forjan, nos dan carácter y lecciones importantes para el futuro. El problema termina siendo cuando tenemos expectativas poco realistas sobre el como será y como se sentirá cada paso en el camino a alcanzar la meta.
Lecciones que me llevo para mi y para mis hijos, antes del trabajo duro viene una etapa de exploración, de experimentación, de descubrir, de cambiar, de iterar. Una vez tengamos un interés claro, identificar ejemplos y mentores que nos de una perspectiva real de como es el camino, aprender, iterar, cambiar y finalmente trabajar duro, con tenacidad, con empuje y con verraquera para alcanzar todo lo que nos propongamos.
