Sentada viendo el paradisiaco Choco me da tiempo para pensar. Comenzar un nuevo año trae un aire fresco, una sensación de posibilidades, de optimismo de conquistar montañas que, hace apenas un día, una semana o un mes, parecían demasiado difíciles o simplemente inalcanzables. Siempre me ha atraído la psicología social y el increíble (pero retador) poder que tenemos para cambiar. Estas vacaciones leí El obstáculo es el camino de Ryan Holiday, que resalta la importancia de la perspectiva, la acción y la voluntad. También leí Cómo cambiar de Katy Milkman, un libro que profundiza en la psicología detrás de nuestro deseo de ser mejores versiones de nosotros mismos y cómo tener éxito en ese proceso. Ambos libros me parecieron especialmente relevantes para este inicio de año.
Como parte de este “hito temporal,” hice un ejercicio en Año Nuevo que consistía en establecer metas en ocho áreas diferentes de mi vida (gracias a Karina Viera por esta idea 😊). Las categorías incluían:
• Familia y amigos
• Aprendizaje y desarrollo
• Diversión y hobbies
• Salud y bienestar
• Viajes y aventuras
• Generosidad (cosas que hacemos por los demás)
• Espiritualidad
• Cambios o nuevos hábitos
Abordé este ejercicio con mucha reflexión. Dibujé mis metas (intente al menos) y luego me propuse pensar en cómo podía realmente lograrlo, evitando caer en un entusiasmo excesivo o la definición de metas inalcanzables. Quería que estas metas representaran un desafío significativo, pero que también fueran logrables a largo plazo (un año hoy en día es largo plazo).
Este proceso me llevó de vuelta a los principios centrales de los dos libros que mencioné. En Cómo cambiar, encontré estrategias prácticas para mantener la motivación y no perder impulso. Mientras tanto, El obstáculo es el camino me enseñó cómo enfrentar los contratiempos con resiliencia y cómo ver los obstáculos como oportunidades para crecer.
Mis aprendizajes sobre el cambio
Aquí están algunas de mis hallazgos clave de esta experiencia y de estos libros:
1. No existe una “talla única” para establecer metas
Cambiar hábitos o comportamientos es difícil. Tienes que quererlo lo suficiente como para comprometerte con los altibajos. Curiosamente, no se trata solo de forzarte a seguir adelante, sino de encontrar formas de disfrutar el proceso (el lema “just do it” solo te lleva hasta cierto punto).
2. Aprovecha la motivación y coge impulso
Divide tus metas en pasos pequeños y accionables. Esto crea un impulso positivo y hace que el camino sea más manejable (el enfoque de “gradiente de metas”). Siempre es más fácil vencer la motivación con disciplina cuando sientes que vas por el camino correcto (por eso el poder del efecto Seinfield – la ciencia de no romper la cadena).
3. El poder del apoyo
Cambiar es más fácil cuando tienes un sistema de apoyo. Rodéate de personas que te animen y te inspiren. Ten cuidado: tu círculo cercano te puede impulsar pero también puede detenerte si tienden a conformarse o no alinearse con tus metas.
4. Planea para los obstáculos
Es fácil imaginar el éxito, pero es más difícil anticipar los contratiempos. Esto no es ser pesimista, es planear acorde para poder tener estrategias para administrar los obstáculos. Utiliza la estrategia de “si pasa esto, entonces haré aquello” para estar preparado. Recuerda: los pequeños logros (Microwins) se suman a grandes victorias (Macrowins).
En conclusión, el cambio nunca es sencillo, pero si es algo que realmente quieres, puedes construir la voluntad y la estructura necesarias para lograrlo. Planea con anticipación, visualiza tu éxito, permite ajustes en el camino (itera) y mantén el enfoque. Más importante aún, rodéate de las personas correctas que te animen en los momentos difíciles.
Por ahora, yo seré mi propio experimento social, veamos cómo me funciona todo esto en 2025. Por ahora, ¡Bienvenido el cambio y todo lo que nos permita convertirnos en nuestra mejor versión!
